viernes, 6 de junio de 2014

La fantasía, la supersticción y el elemento legendario en el cuento romántico

En la tendencia cuentística desarrollada a lo largo del Romanticismo una de las notas fundamentales fue el carácter legendario que los relatos contenían; en esta evocación fantástica era muy recurrente el tratamiento de seres fantasmagóricos y diabólicos.
Existe una fascinación en la época por aludir a temas relacionados con la muerte y la desgracia; en múltiples ocasiones se lleva a cabo a través de la incorporación al relato de seres que tras una dolorosa, agónica o atroz muerte vuelven al lugar donde habitaron con apariencia monstruosa para vengarse o realizar fechorías y provocar desgracias.

En dichos relatos se enfrentan continuamente la fe en lo legendario y la incredulidad de ciertos personajes hacia esas historias fantásticas. Dicha contraposición la podemos observar en cuentos como El aparecido o La dama blanca de Baden, obras que comparten numerosas similitudes.
En ambos relatos se nos presenta primeramente a un personaje foráneo que acude a un lugar donde acaece una leyenda, que más tarde le será narrada por un anciano del lugar.
Entonces dará comienzo el relato fantástico donde muerte, venganza y misterio tomarán las riendas. En el caso de El aparecido es un hombre adinerado quien, tras morir agonizante tras recibir una coz, se aparece durante la noche por los alrededores de su villa para atacar a los animales y cometer estruendosas acciones, provocando así el terror de los vecinos. Cabe decir que esta historia es muy similar temáticamente a la obra escrita por Washington Irving titulada La leyenda del jinete sin cabeza, donde es también un ser fantasmagórico quien cabalga por las noches sembrando el terror en la población.

En cambio, en La dama blanca de Baden es una hermosa joven el ser monstruoso que provoca la desgracia en la dinastía de los duques de Baden; es una maldición que acaece en el linaje de los Baden desde que uno de sus antepasados estuviera a punto de casarse con esa joven viuda, la condesa Olamunda, pero decidió abandonarla cuando descubrió la crueldad de ella por asesinar a sus hijos para poder contraer nupcias con él. Desde aquel momento a todos los descendientes Baden se les aparece una dama blanca como reminiscencia de que la muerte se les avecina. Esa dama es la protagonista de un cuadro conservado por la familia Baden en el cual se la describe empalidecida, con cabellera negra, unos labios rojizos y una mirada enigmática y penetrante, rasgos que se corresponden con el prototipo de “femme fatale”, tan de moda en la literatura romántica y que más tarde desarrollaría la industria cinematográfica.


Debemos también destacar la evidente similitud del relato con La dama pálida de Alejandro Dumas, donde también una maldición determina el destino de la noble familia de los Brankovan, cuyos descendientes Kostaki y Gregoriska se disputan el amor de la hermosa Edvige. El elemento fantástico lo añade la figura de Kostaki que tras morir se torna en vampiro y acude todas las noches a la alcoba de Edvige para atacarla. El aciago final impuesto por la maldición acabará con la vida de los dos jóvenes hermanos.

Podemos añadir que es muy probable que Bram Stoker se sirviese años más tarde de esta tradición fantástica para elaborar su celebérrima obra Drácula.

Es, por tanto, reseñable la conexión que se establece entre los relatos románticos mediante la incorporación de elementos plagados de fantasía, leyenda y superstición.

Alba González González


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