domingo, 22 de junio de 2014

El realismo en La Regenta

Nos encontramos ante un texto de La Regenta de Leopoldo Alas Clarín (1884-1885) que se enmarca dentro del vigésimo sexto capítulo.

Este fragmento puede dividirse en dos partes marcadas por el transcurso temporal: la primera parte tiene lugar a lo largo del Jueves Santo y podemos observar concretamente el momento en que la marquesa de Vegallana, Obdulia, Visitación y doña Petronila, quienes se encuentran reunidas en el gabinete de la marquesa, comentan la noticia impactante que se ha difundido por la ciudad de Vetusta: Anita Ozores, saldría de nazarena en la procesión del Viernes Santo. Asistimos, pues, a una escena puramente cotidiana, rasgo muy propio de la literatura realista, en la que las susodichas señoras muestran sus reacciones e intercambian sus impresiones acerca de la “locura” que está dispuesta a cometer la Regenta, pues consideran que no es un acto de devoción mesurado, sino de fanatismo irracional. Así, las protagonistas de esta escena se dedican a “poner a caldo” a la de Ozores, práctica muy común a lo largo de dicha obra en la que sus personajes están fuertemente marcados por el afán de aparentar con el fin de no convertirse en el punto de mira de las críticas del resto de habitantes de Vetusta.
Cabe destacar la visión tan antitética de la religión que muestran tanto la marquesa de Vegallana como Obdulia al tachar el acto de fe que se dispone a hacer la protagonista de espectáculo, mamarrachada e, incluso, diablura, lo cual no concuerda con esta acción devota.
A continuación, se narra la entrada del marqués junto a don Victor Quintanar con el que las señoras siguen comentando acerca de los hechos referentes a la protagonista de la obra. De esta manera, el lector es conocedor de la oposición del ex regente con respecto a las intenciones de su mujer. Asimismo, desvela de dónde ha salido la idea de su esposa: lo había visto en una procesión en Zaragoza.

En cuanto a la segunda parte de este extracto de la obra, tiene lugar ya en el día del Viernes Santo. Así, en un primer momento se hace referencia a los pensamientos de Fermín de Pas, el cual se enorgullece de sus triunfos: en cuestión de un par de días su autoridad se ha visto incrementada gracias a la conversión del ateo más importante de la ciudad, Pompeyo Guimarán, y al acto de penitencia que se dispone a hacer la Regenta y que simbolizará la sumisión de la mujer más importante de Vetusta al poder del Magistral.
Mientras tanto, en un segundo momento  la acción se centra en los pensamientos de la Regenta, quien se muestra arrepentida de su decisión de salir como penitente en la procesión, pues es consciente de que se trata de un acto en el que se va a exponer públicamente y suscitará las habladurías de los habitantes de Vetusta, uno de los grandes miedos de la protagonista.
Así pues, esta segunda parte está marcada por un rasgo muy propio del realismo: se exponen los pensamientos más íntimos de los protagonistas a través del estilo indirecto libre en el que el narrador desaparece dando lugar a la reproducción exacta de las cavilaciones de los personajes. Del mismo modo, es un recurso realista el uso del lenguaje coloquial y relajado utilizado en la conversación que mantienen las féminas en la primera parte de este fragmento.

Se trata pues, en conclusión, de un fragmento propio del realismo en el que se representa de forma verosímil un trozo de vida perfectamente enmarcado espacio-temporalmente: se narran los sucesos que acontecen a la Regenta y a sus conciudadanos en los días de Pascua. 

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