jueves, 29 de mayo de 2014

I Congreso Internacional Liberal: La represión absolutista y el exilio.

En la segunda sesión de comunicaciones del pasado martes 6 de mayo se hizo un recorrido por las experiencias vividas por varios personajes públicos del siglo XIX.
Tras la vuelta a España de Fernando VII y la derogación de la Constitución de 1812, numerosas figuras públicas, cuya ideología se acercaba a la que defendía dicha constitución, se vieron coaccionados por el Nuevo Régimen Absolutista impuesto por el monarca y fueron víctimas de persecuciones, condenas y, en muchos casos, se vieron obligados a exiliarse para salvar sus vidas.

En primer lugar, Alejandro Pérez habló de la pena de muerte de Bartolomé José Gallardo en 1814, representante de Andalucía en las Cortes, encabezó la lista de liberales perseguidos y huyó a Madrid, posteriormente a Portugal y, finalmente, se exilió a Inglaterra. En las declaraciones de Molle contra los liberales se acusó a Gallardo de fracción antidemocrática contre el altar, de colaborar con los franceses.
Afortunadamente, el 22 de diciembre de 1815 Fernando VII, debido a la influencia de Inglaterra, conmutó la pena de Gallardo.
En 1820 durante un discurso en Londres, Gallardo hizo un escueto comentario sobre el tema.

Julián Recuenco informó sobre la vida de Nicolás García Page, diputado liberal entre 1813 y 1814, defensor del progreso y la libertad. Estuvo en el convento- prisión La Salceda; durante su persecución, las tropas absolutistas fueron a detenerlo a su casa (no estaba allí) y lo sellaron todo para preservar la información. Tras la muerte de Fernando VII pudo regresar a España del exilio.
Joaquín Lorenzo Villanueva realizó escritos sobre la vida de García Page.


La tercera intervención fue la de Felipe Rodríguez, que habló sobre el impresor liberal Miguel Domingo. Debido a su participación en periódicos liberales como La antorcha, Diario mercantil, Imparcial, La aurora, etc. sufrió junto con su familia la persecución estatal. Estuvo en cautiverio desde septiembre de 1814 hasta abril de 1815 en Palma. Fue exiliado a los 48 años.
Un folleto anónimo de 1821 nos da información sobre el caso.

En cuarto lugar, Alberto Romero hizo una comparación entre la vida de dos escritores exiliados: Martínez de la Rosa y José Joaquín de Mora, cuyas obras son reflejo de sus experiencias vitales.
La rebelión de los moriscos de Martínez de la Rosa propone elaborar un concepto europeo moderno sobre la nación basándose en la subjetividad fronteriza de la época de la España musulmana. Al estar exiliado en París, dicha obra fue estrenada allí, donde tuvo bastante éxito. En ella expone una visión romántica y pintoresca, hace crítica pero huye de posturas radicales; se trata de un planto por el abandono de la tierra y la nostalgia que ello provoca.
José Joaquín Mora publicó Leyendas españolas en 1840 donde exhibe una visión pasado muy radical y negativa, y lo compara la España fernandina, dando una perspectiva terrorífica de la monarquía.

Ambos escritores comparten el imaginario hispánico de los exiliados, la visión de España desde fuera, no obstante, lo hacen desde las dos distintas caras de la moneda, la del éxito y la de la incomprensión.

Por último, José Saldaña disertó sobre la Guerra de la Independencia en el Suroeste, concretamente en Huelva; comentó el enriquecimiento de municipios onubenses durante el proceso de Restauración absolutista, la importancia de las casas señoriales y el restablecimiento de alcaldías. Fue determinante la nueva realidad social, política y laboral, la presión ejercida por la violencia de entonces y el papel de las élites locales.


Personalmente, los casos que más suscitaron mi interés fueron los de los escritores exiliados Martínez de la Rosa y José Joaquín de Mora. No obstante, el acto completo fue muy instructivo, nos ayuda a empatizar con el pensamiento de la época y, de esta manera, a comprender mejor cómo esas circunstancias del pasado nos han llevado a ser lo que somos en el presente.

Alba González González

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