lunes, 23 de junio de 2014

La Regenta y su debate interno.

Este texto, se enmarca dentro del capítulo XXVI de La Regenta, obra de Leopoldo Alas Clarín.

En este capítulo, Ana Ozores decide hacer penitencia como nazarena después de una promesa que hizo al Magistral.

Es significativo, a mi parecer, que en este capítulo se reflejen las tres fuerzas que convergen en Ana a lo largo de toda la obra, las que configuran su personalidad: la voluntad del Magistral, que la influye indudable e innegablemente ,  llegando a anular la voluntad misma de la protagonista durante toda la obra; Actúa también sobre Ana la fuerza  del entorno vetustense ( la ciudad entera se convierte en conciencia religiosa y moral de Ana
) ; y , para terminar, la fuerza de su propia voluntad. Además de también tener en cuenta la opinión de su marido, Víctor Quintanar.

En este fragmento, ennmarcado en el Jueves Santo, podemos observar concretamente el momento en que la marquesa de Vegallana, Doña Petronila, Obdulia, y Visitación  comentan la noticia de que Anita Ozores, saldría de nazarena en la procesión del Viernes Santo. Nunca antes en Vetusta una señora había salido de Nazarena, y mucho menos descalza y no era este un comportamiento ejemplar a los ojos de Vetusta. Estas señoras, muestran sus impresiones sobre la noticia, y critican  catalogan a Ana de procesar un fanatismo irracional, no devoción. Se trata de una escena marcada por la cotidianidad. Lo cierto es, que en una de las protagonistas de este  podemos ver un atisbo de envidia, a Obdulia le removía por dentro; sin embargo, son incapaces de mostrar un ápice de conformidad con la decisión de Ana, ya que con ello se pondrían en contra del resto de pueblerinos.
Esta no es una decisión que haya tomado Ana Ozores por si misma, sino que ha sido inducida por el Magistral, delante de quien se arrodilla y le promete que por él saldrá en la procesión, vestida de Nazarena y descalza.
Todos pensaron que aquella mujer estaba loca, su esposo, Vetusta e incluso ella misma, que se da cuenta de que se sale de lo dogmático.


Don Víctor Quintanar, por otro lado, se siente triste, pues creía que dominaba a su mujer, pero lo cierto es que, en contra de su voluntad, Ana decide salir en procesión, aunque había llegado a la conclusión de que esto ridiculizaría a su Marido:
“ ¿no iba a estar en ridículo aquel marido que tenía que ver a su esposa descalza, […]”

En este último fragmento podemos ver claramente las tres fuerzas que Ana tiene en cuenta: el Magistral, Vetusta y su propia voluntad.
Finalmente, va a salir en procesión sin querer realmente, por una promesa al Magistral, por lo que vemos como la fuerza de este  es más fuerte en este caso que la voluntad misma del personaje.











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