lunes, 26 de mayo de 2014

Comparación de El estudiante de Salamanca y Un caso raro

La obra de Espronceda El estudiante de Salamanca a pesar de estar escrita en verso, fue catalogada en la época como cuento romántico; es por ello por lo que posee similitudes con algunas de las diversas manifestaciones de esa modalidad cuentística. Concretamente, nos vamos a centrar en realizar una comparativa de dicha obra con el cuento Un caso raro de Eugenio de Ochoa.

En primer lugar, son destacables los rasgos generales del cuento romántico que tienen cabida en ambas obras, como por ejemplo,  la primacía del individualismo, la sucesión de hechos extraños o la exaltación de los sentimientos, entre otros.

Para una mejor comprensión de los enlaces que unen a ambas obras, procederemos a desarrollar algunos de los aspectos más relevantes de las mismas. Primeramente, al comienzo de ambas obras se nos presentan a los protagonistas de una manera muy similar, como jóvenes apuestos, adinerados y valientes:
«…En Salamanca famoso por su vida y buen talante, al atrevido estudiante lo señalan entre mil, fuero le da su osadía, le disculpa su riqueza, su generosa nobleza, su hermosura varonil…»
«…Mateo Bergante era pues un  hijo de buena familia y de las más acomodadas del pueblo, un diablo como hasta de 20 años: bueno mozo, valentón…»

Desde el punto de vista social, cabe mencionar la personalidad anticlerical de los personajes, que hacen alarde de la continua profanación de lo divino. Por un lado, las fechorías que Mateo cometía al principio del cuento:
«…él hurtaba con disimulo los vasos sagrados en las capillas, interrumpía al predicador, soltaba una carcajada en medio de la misa…»
 Por su parte, las ateas palabras de don Félix:
«…Dios presume asustarme: ¡ojalá fuera, -dijo entre sí riendo- el diablo mismo! que entonces, vive Dios, quién soy supiera el cornudo monarca del abismo…»

Es, además, notable la continua alusión a lo diabólico en ambas obras y la innata unión de los protagonistas al ángel caído; eso los lleva a un menosprecio de sus propias almas como bien demuestra don Félix cuando dice «…Perdida tengo yo el alma y no me importa un ardite…» y en el caso de Mateo cuando se la vende al mismo diablo a cambio de dos años más de vida.

No obstante, el desenlace de ambas tramas las separan, ya que, la inclusión del ser fantástico (la dama de blanco en El estudiante de Salamanca y el diablo en Un caso raro) a la hora del juicio final de los protagonistas supone para don Félix la condena eterna y para Mateo la salvación. Esto se debe al carácter de cada personaje, mientras que a Mateo Bergante la experiencia cercana a la muerte le sirvió de escarmiento y decidió cambiar su moralidad con la ayuda de un fraile franciscano, en don Félix no se percibe ningún cambio de pensamiento, ni un solo atisbo de arrepentimiento, es más, con el transcurso de la obra se observa un incremento de la osadía y la altivez del estudiante.



Finalmente, cabe decir que, aunque la trama se desarrolle de manera diferente, el tema base es común a ambas obras y son muchos los rasgos que, como hemos visto, comparten y que evidencian la tendencia romántica que en ellas prima.

Alba González González

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