lunes, 19 de mayo de 2014

Don Juan Tenorio: del amor a la eternidad

Para el lector que no conozca noticia sobre Don Juan Tenorio y el Romanticismo, a medida que va leyendo la obra del vallisoletano José Zorrilla no imagina el peculiar giro que dará el desenlace del drama.
Esta obra, dividida en dos partes entre las que pasan cinco años, nos presenta el mito de Don Juan, y está basada en la obra de Tirso de Molina El Burlador de Sevilla y convidado de piedra, un drama en el que un joven galán enamora a las mujeres y huye tras seducirlas cometiendo numerosos crímenes; a pesar de ser un libertino está orgulloso de ello porque confía en que antes de morir podrá arrepentirse y ser perdonado por sus fechorías.
Zorrilla introduce algo novedoso al tema donjuanesco, la creación de doña Inés como representación del triunfo del amor frente a la venganza y la muerte. Ella es quien decide la suerte final de don Juan, pues su mediación salvará el alma de su amado. Aquí se diferencia de la obra de Tirso, donde es condenado a sufrir durante toda la eternidad. Observamos pues, la concepción romántica del amor ya que el arrepentimiento final del burlador debido al amor que siente por doña Inés, lo conduce a la eternidad.

“Que el amor salvó a don Juan al pie de la sepultura “

En el último acto de la obra, conocemos que don Juan muere a manos del capitán Centellas, pero no lo sabemos hasta la escena II donde se dice: el capitán te mató a la puerta de tu casa porque tras el enfrentamiento entre ambos no se sabe qué ocurrió y parece ser que don Juan sigue vivo. Estamos ante un mundo de realidad y apariencia,  de confusión entre la vida y la muerte ya que puede asistir a su propio funeral y arrepentirse y así ganar la vida eterna. Sin embargo, don Gonzalo, padre de doña Inés, es un enviado del infierno y  quiere llevárselo como castigo por sus deshonras: do arderás eternamente por tu desenfreno ciego”.

Don Juan intenta creer que podrá salvar su alma (“¡Imposible! ¡En un momento borrar treinta años malditos de crímenes y delitos!”)  hasta que finalmente admite la posibilidad de salvarse y se arrepiente(“señor ten piedad de mi”) apareciendo la sombra de doña Inés para salvarlo. “Dios perdona a don Juan al pie de la sepultura” ,“su fe nos salva”.

El tiempo, al igual que el amor, también es importante y algo característico en la obra, está ligado a los plazos. Un año de plazo entre don Luis y don Juan; un día de tregua para conseguir a doña Inés y doña Ana; y un solo instante para conseguir la eternidad.

A don Juan, en la primera parte de la obra, llena de acción, duelos, peleas... no le importan esos plazos, se burla de ellos. Sin embargo en la segunda parte, donde se dirige la mirada hacia su interior, sí le da importancia al tiempo y a ese plazo para conseguir limpiar su alma y no ir al infierno. Ese tiempo, ese plazo del que antes se burlaba, ese instante que tiene para salvarse, gracias a su arrepentimiento y al amor de doña Inés, lo aprovecha para transformar al demonio en ángel.

“Que si es verdad que un punto de contrición da un alma la salvación de toda una eternidad, yo, Santo Dios, creo en Ti”.


Rosa Santiago Salmerón

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