Para
el lector que no conozca noticia sobre Don Juan Tenorio y el
Romanticismo, a medida que va leyendo la obra del vallisoletano José
Zorrilla no imagina el peculiar giro que dará el desenlace del drama.
Esta
obra, dividida en dos partes entre las que pasan cinco años, nos presenta el
mito de Don Juan, y está basada en la obra de Tirso de Molina El Burlador de
Sevilla y convidado de piedra, un drama en el que un joven galán enamora a
las mujeres y huye tras seducirlas cometiendo numerosos crímenes; a pesar de
ser un libertino está orgulloso de ello porque confía en que antes de morir
podrá arrepentirse y ser perdonado por sus fechorías.
Zorrilla
introduce algo novedoso al tema donjuanesco, la creación de doña Inés
como representación del triunfo del amor frente a la venganza y la muerte. Ella
es quien decide la suerte final de don Juan, pues su mediación salvará el alma
de su amado. Aquí se diferencia de la obra de Tirso, donde es condenado a
sufrir durante toda la eternidad. Observamos pues, la concepción romántica del
amor ya que el arrepentimiento final del burlador debido al amor que siente por
doña Inés, lo conduce a la eternidad.
“Que el amor salvó a don Juan al pie de la
sepultura “
En
el último acto de la obra, conocemos que don Juan muere a manos del
capitán Centellas, pero no lo sabemos hasta la escena II donde se dice: “el capitán te mató a la puerta de tu
casa” porque
tras el enfrentamiento entre ambos no se sabe qué ocurrió y parece ser que don
Juan sigue vivo. Estamos ante un mundo de realidad y apariencia, de confusión entre la vida y la muerte ya que
puede asistir a su propio funeral y arrepentirse y así ganar la vida eterna.
Sin embargo, don Gonzalo, padre de doña Inés, es un enviado del infierno y quiere llevárselo como castigo por sus deshonras:
“ do arderás eternamente
por tu desenfreno ciego”.
Don
Juan intenta creer que podrá salvar su alma (“¡Imposible! ¡En un momento borrar treinta años malditos de
crímenes y delitos!”) hasta que finalmente admite la posibilidad de
salvarse y se arrepiente(“señor
ten piedad de mi”) apareciendo la sombra de doña
Inés para salvarlo. “Dios
perdona a don Juan al pie de la sepultura” ,“su fe nos salva”.

A
don Juan, en la primera parte de la obra, llena de acción, duelos, peleas... no
le importan esos plazos, se burla de ellos. Sin embargo en la segunda parte,
donde se dirige la mirada hacia su interior, sí le da importancia al tiempo y a
ese plazo para conseguir limpiar su alma y no ir al infierno. Ese tiempo, ese
plazo del que antes se burlaba, ese instante que tiene para salvarse, gracias a
su arrepentimiento y al amor de doña Inés, lo aprovecha para transformar al
demonio en ángel.
“Que
si es verdad que un punto de contrición da un alma la salvación de toda una
eternidad, yo, Santo Dios, creo en Ti”.
Rosa Santiago Salmerón
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