En este fragmento del capítulo XXVI de La Regenta
(1884-85) leemos que Ana Ozores, protagonista de la obra, se dispone a salir en
penitencia en la procesión del Viernes Santo vestida de nazarena y descalza,
noticia que Vetusta concibe como inaudita : “La noticia estalló como una
bomba”, “escuchaban pasmadas”.
Todos piensan que Ana está loca por salir descalza en la
procesión, “esa mujer está loca” y la critican, como acostumbran a hacer
siempre: “vestirse de mamarracho y darse en espectáculo”, “¿y el traje? ¿cómo
es el traje?” “¿dónde ha visto ella a nadie hacer esas diabluras?
Su marido, Quintanar, no se muestra muy a favor de que su
mujer haga eso y acepta sin quererlo. Algunos personajes se burlan de él
llamándolo “calzonazos”. Él mismo dice “mi mujer está loca, yo creo que está
loca”, “cuando creía tenerla dominada” ,“cuando yo no dudaba de mi poder
discrecional en mi hogar”. Aunque se muestre dominante delante de la gente y no
acepte del todo que Ana salga en la procesión, al llegar a su casa, ese hogar
en el que dice tener poder, observamos que es cierto eso que dicen de él puesto
que en lugar de mostrarle su desacuerdo a Ana “prefirió encerrarse en el
silencio... y el despacho”.
El Viernes Santo, a pesar de arrepentirse de la “locura” que
ese día cometería, la regenta sale en procesión sin que nada ni nadie, ni ella
misma, pudiese impedirlo.
En este fragmento encontramos numerosas características que
adscriben la obra al movimiento literario desarrollado en la segunda mitad del
siglo XIX, el Realismo.
En primer lugar, observamos que Clarín, autor de la obra,
representa en este texto un trozo de vida de la ciudad vetustense, marcada por el tiempo litúrgico, por ello
este pasaje es muy representativo de la ciudad, que es muy religiosa y vive la
Semana Santa con mucha devoción. Así pues, como el realismo literario tiende a
representar la realidad, los autores se valen de algunos recursos para
conseguir el efecto de realidad en el texto; entre estos recursos encontramos
alusiones a realidades que son conocidas por todos, como en este caso es la
repetida mención que se hace a la ciudad de Zaragoza con el objetivo de dar
veracidad a lo narrado. También se leen algunas referencias a Rossini, un
cantante de ópera italiano conocido en la época.
Otra característica visible en el fragmento es la abundancia
del diálogo. Este diálogo es caracterizador de los personajes. Gracias al
idiolecto de cada uno de ellos, somos conocedores de su carácter y
personalidad. Así pues, cuando dialoga Quintanar con la marquesa, observamos
que esa personalidad antes mencionada por boca de otros personajes, es el
propio Víctor quien la confirma diciendo “Señora... mi querida Rufina..., esto
es..., que como dice el poeta.... ¡No podían vencerme... y me vencieron!”.
Asimismo, el idiolecto de Petronila y Obdulia, revelan su carácter chismoso y
murmurador: “¿Marrón foncé?...-objetó Obdulia - . No dice bien...; otro sería
mejor”.
Por otra parte, interesa también el flujo de
conciencia de los personajes y la vida anímica de éstos. Así pues, en este fragmento encontramos
algunos ejemplos de ese flujo de conciencia
ya que, por ejemplo cuando el Magistral y Ana despiertan la mañana del
Viernes Santo, el narrador nos revela sus pensamientos mediante el estilo
indirecto libre que muestra los actos de pensar, sentir y percibir de los
personajes.
Magistral: <<¿Llovería? Hubiera dado años de vida por
que el sol barriera aquel toldo ceniciento y se asomara a iluminar cara a cara
y sin rebozo aque día de su triunfo [...]Vetusta admirada, sometida, los
enemigos tragando polvo, dispersos y aniquilados>>
Ana:<<¡Si lloviera!>>, << Yo soy una loca
-pensaba-, tomo resoluciones extremas en los momentos de exaltación y después
tengo que cumplirlas cuando el ánimo decaído, casi inerte, no tiene fuerza para
querer>>, <<Sí, escándalo era; la mujer de su casa, la esposa
honesta, protestaba dentro de Ana contra el espectáculo próximo...>>.
En referencia al narrador del fragmento, hay que destacar
que se trata de un narrador omnisciente, pues se adentra en la conciencia de
los personajes como apreciamos en los siguientes ejemplos: “Lo deseaba y le
remordía la conciencia”, “recordaba que de rodillas...” ,“ se había jurado a sí misma caminar así”, “pensaba también en
su Quintanar”.
Para concluir, hablaremos un poco sobre el conflicto
personal de Ana durante toda la obra, vemos como desde el principio es juzgada
por cada acto que cometa. Haga lo que haga se hablará mal de su figura. Es un
personaje determinado por el medio social. Ana Ozores es una romántica, marcada
por el hastío de Vetusta intenta buscar un ideal para ella misma y para los
demás. Ella necesita pasión en algo, un héroe del que apasionarse, como Álvaro
Mesía, su seductor o una heroína, como Santa Teresa, quien le influye en su
sacrificio religioso.
En este fragmento, cercano al final de la obra, vemos que su
conflicto personal aún no se ha resuelto puesto que aunque se decanta por la
vida beata, se arrepiente de ello antes de hacerlo porque piensa en el
escándalo que será, en lo que dirán de su marido aunque finalmente acabará
saliendo en procesión y será nuevamente criticada por todos.