jueves, 27 de marzo de 2014

La revolución francesa y la poesía.


José Marchena (Sevilla, 1768), fue un escritor y político liberal, fervoroso y entregado a la causa napoleónica que participó en la revolución francesa. Pasó la mayor parte de su vida en Francia, huyendo de la inquisición española, por lo que gran parte de su obra se encuentra escrita en el idioma franco.
Este poeta se nutrió de pensadores ilustrados de la talla de Rousseau, Smith o Voltaire; muchas de las obras de Voltaire fueron traducidas por él, que contaba con una formación densa de tipo histórico, económico y sociológico.
En el poema Oda a la Revolución Francesa, este autor nos manifiesta su satisfacción debida a la llegada del fin del antiguo régimen y el derrocamiento del absolutismo. Se hace alusión a personajes mitológicos para ayudar a resaltar este sentimiento de alegría: aparece Aristeo, personaje mitológico al que las ninfas le enseñan a tocar el arpa (la música está relacionada con celebración), o Filis, que también es un personaje mitológico, y que en ciertos poemas encarna a la pastora sencilla, enamorada, y habitante de ese “locus amoenus” reflejado en composiciones  de, por ejemplo, Lope de Vega. Para él, Francia habría conseguido descubrir ese locus amoenus en el que, tal y como se dice en el poema de Diego de Torres Villaroel El presente siglo: “vale más de este siglo media hora, que dos mil del pasado y venidero”. Eran tiempos mejores, que ellos mismos (el pueblo y la burguesía) habían amasado con esfuerzo y tesón.
También se habla de la importancia de la sapiencia, poniendo de manifiesto su agradecimiento a la filosofía, a la cual mediante una personificación, alaba hasta el punto de hacerla culpable de la libertad de los franceses.
Este poema refleja magníficamente la forma de pensar de los hombres de la ilustración del siglo XVIII, según los cuales, mediante la razón, la luz, se llegaba a ese mundo mejor donde no cabía la tiranía de reyes como Fernando VI o Carlos III en España.
En resumidas cuentas, se reivindica, en esta composición, la libertad en su máximo esplendor, o tal y como la entendían los ilustrados. Esta les llevaba lejos de las cadenas que suponía el feudalismo.La libertad es la que guía al pueblo, como en este cuadro de Delacroix, en la que aparece con forma de mujer.






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